CALIENTE Taza Ipersonalice querido papá de todas las pelotas del mundo
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Se quedó allí mirando a Aroughs. Observó abatido cómo los cientos de caballeros salían corriendo de la ciudad, con las banderas ondeando al viento antes de que se cerrara la puerta negra. Nos cortarían en pedazos, pensó Roran desesperado. Solo quedaban ciento cincuenta personas en el campo, muchas de las cuales estaban heridas e incapaces de luchar. El resto todavía estaba en el sitio que visitó el día anterior, ya sea en la cantera a lo largo de la costa o en la orilla oeste del río en busca de las barcazas que necesitaban para que el plan tuviera éxito. TAZA IPERSONALICE QUERIDO PAPÁ DE TODAS LAS PELOTAS DEL MUNDO. Ahora no podía llamar a refuerzos para luchar contra esta caballería. Cuando ordenó a los soldados de guardia, Roran comprendió que estaba debilitando el campamento contra el ataque directo del enemigo. Pero había esperado que los habitantes de la ciudad todavía estuvieran desconcertados por las incursiones recientes, por lo que no podía correr ningún riesgo y que los guerreros que conservaba pudieran hacer que los observadores de lejos pensaran que la fuerza principal seguía en el campamento. La primera teoría parece estar equivocada.
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Aunque los soldados en Aroughs habían oído hablar de su nombre, pensó que dar al pequeño número de tropas de caballería frente a la ciudad era solo una prueba. Si su ejército o su general habían probado alguna vez los beneficios del ejército que comandaba Roran, pensó que duplicarían el ejército. Pero ahora, tenía que pensar en una forma de contrarrestar el ataque y salvar a los soldados de la masacre. Baldor, Carn y Brigman se apresuraron hacia adelante con las armas en la mano. Carn rápidamente se puso su armadura cuando Baldor dijo: ¿Qué vamos a hacer? No hay nada que podamos hacer, dijo Brigman. Hemos terminado solo por esa tontería, el Mighty Hammer. Tenemos que huir ahora antes de que esa maldita caballería se nos haya agolpado. Roran dio unas palmaditas en el suelo. ¿Retirar? No nos retiraremos. Nuestros soldados no pudieron escapar, y dado que yo podía ir, no dejé a los heridos. ¿No entiendes? Perdimos. Si nos quedamos, ¡nos matarán o, peor aún, nos harán prisioneros! ¡Vamos, Brigman! ¡No tengo la intención de dar media vuelta y escapar! ¿Por qué no? ¿Entonces no admitirás la derrota? ¿PORQUE esperas recuperar tu honor de la última batalla desesperada? ¿Está bien? ¿No puedes estar causando a los vardenos un daño más grave?
La caballería levantó sus espadas y lanzas por encima de sus cabezas y con un fuerte grito y chillido que se podía escuchar desde una gran distancia, empujaron a sus caballos y comenzaron a correr como un rayo atronador hacia el cuartel de los vardenos. Brigman continuó su crítica, no dejo que desperdicie nuestras vidas para ganar su dignidad. Me gusta, solo te quedas, pero. ¡Estoy! Rugió Roran. ¡Cállate o te coseré la boca! Baldor, cuida de él. Si hace algo que no le gusta, es libre de matar. TAZA IPERSONALICE QUERIDO PAPÁ DE TODAS LAS PELOTAS DEL MUNDO. Brigman se tensó de rabia, pero no se atrevió a decir nada porque Baldor sostenía la espada apuntando a su pecho. Roran supuso que disponía de unos cinco minutos para decidir cómo actuar. Cinco minutos era demasiado corto. Trató de imaginar cómo sabrían o rechazarían a la caballería, pero no creía que fuera posible. No puedes encontrar ningún lugar para atrapar a este ejército. El terreno era demasiado plano, vacío para planes similares. Entonces no podemos ganar si luchamos. ¿Y qué si los asustamos? ¿Pero cómo? ¿Fuegos artificiales? Los fuegos artificiales pueden ser un arma de doble filo.
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Es más, la hierba mojada solo hace arder el fuego. ¿Fumar? No pierdas Miró a Carn. ¿Puedes crear una imagen de Saphira aullando fuego como si estuviera aquí? Las delgadas mejillas del mago son incoloras. Sacudió la cabeza, demostrando ser caótico. Quizás, no estoy seguro, nunca lo he probado. Crearé una imagen de la niña dragón de mi memoria. Pero puede que no parezca un ser vivo. Señaló con la mandíbula al caballero que galopaba. Descubrirán que algo no está bien. Roran presionó una uña contra su palma. Solo quedan cuatro minutos. Pero vale la pena intentarlo, susurró. Solo tenemos que distraerlos. Miró al cielo, esperando ver nubes que traen lluvia, pero, Dios mío, solo había dos nubes voladoras en el cielo. Confusión, incertidumbre, duda. ¿De qué tiene miedo la gente? Tienen miedo de cosas que no conocen ni comprenden. De inmediato, Roran pensó en decenas de planes que podrían desanimar al enemigo, siendo este último aún más bizarro que el anterior, al final se le ocurrió una idea muy simple e imprudente a la perfección. Además, a diferencia de las otras ideas, esta es más cierta para él, pero requiere la cooperación de otra persona: Carn.
